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El fantasma de la calle de la Fuente de Alcaucín

Ayuntamiento de Alcaucín  • ayuntamiento@alcaucin.es  • 952 510 002
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El fantasma de la calle de la Fuente de Alcaucín

Lo primero que tropieza el viajero cuando llega a Alcaucín, en la falda de la Sierra Tejeda, es su famosa fuente que constituye un simbolo de la fabulosa riqueza hídrica que guarda en su seno. La fuente da nombre a la calle donde está situada, que es entrada y salida natural del pueblo. José Ruíz Luque, narrador de cosas de antaño y hogaño de Alcaucín, relata que hace muchos años apareció un enorme asombro o fantasma, que se paseaba durante las noches por la calle de la Fuente, siendo conocido por el fantasma de la Fuente.

Dice que su estatura era descomunal y vestía amplia túnica blanca. Destacaba lo puntiagudo de su cabeza, que envolvía un manto negro e iluminaba en todo lo alto una lucecilla roja. La altura era tal que alcanzaba las ventanas superiores de las casas. En la mano izquierda llevaba otra luz. Nadie sabía de dónde procedía ni cual era su origen. Fue el padre de Ruíz Luque, llamado Juan, hombre bragado y decidido al que no asustaban los fantasmas, quien deshizo la patraña.

Cierta madrugada en que debía emprender viaje a Velez Málaga aguardaba en su balcón a que aparecieran las claras del día. Tenía la vivienda cerca de la fuente. En esto apareció el terrorífico fantasma que debió aproximarse a la pared para sortear los charcos formados por la lluvia y el agua de la fuente.

Al pasar por debajo del balcón, nuestro hombre alargó la mano y de un fuerte tirón arrancó la parte alta que cubría al fantasma y que estaba formada por un armazón de maderas finas, cañas y telas que quedaron colgando como una manga parroquial de su mano, al mismo tiempo que oía un lamento del fantasma que no era otro que " El Pelotas", que decía gimoteando:

¡Amigo Juan, eche p"acá abajo esos trapos entre los que van la camisa y el refajo de mi madre, que tiene que levantarse de aquí a dos horas, y no quiero que me descubra! Desde aquella célebre mañana jamás volvió a verse el fantasma de la Fuente, que sólo fue origen de jocosos comentarios de los corrillos, bares y en las reuniones en torno a la mesa camilla.